EL ROL DE NICOLÁS DE PIÉROLA EN LA GUERRA
CON CHILE
Seguramente Nicolás de Piérola
debe ser uno de los personajes que más daño ha causado al Perú y sin embargo, a
través del tiempo se le ha rendido pleitesía y hasta la principal avenida de
Lima lleva su nombre. En las escuelas y colegios del país nunca se narró la
historia verdadera de este político que le tocó ser una figura preponderante en
los aciagos años de la guerra del Pacífico, por el contrario se le menciona
como al patriota que dio todo de sí, por su patria.
Ni los conocidos
historiadores, Jorge Basadre, Pons Muzo ni otros, se atrevieron a escribir la
verdad sobre Piérola y no porque no supieran cual era lo cierto, sino, por el
temor que casi siempre han tenido estos intelectuales a las clases dominantes y
de poder en el Perú, además sabían que pasando por encima de monstruosas
verdades, podrían sus libros ser aceptados por el Ministerio de Educación del
Perú y por otro lado serian reconocidos como hombres ilustres. Por ejemplo,
nadie dijo que en realidad la guerra del 79 no fue con Chile, sino que fue con
un país poderoso como Inglaterra, la primera potencia del mundo en esos años,
que uso a Chile como instrumento para arrebatarle a Perú y Bolivia las riquezas
que guardaban su suelo, riquezas que como era natural fueron a parar a las
empresas inglesas después. Como una muestra de esto, puedo señalar que Chile,
por la adquisición de sus blindados Cochrane y Blanco Encalada, no pago ni un
solo peso a Inglaterra que los construyó.
Sin embargo es importante que
la historia real se vaya abriendo campo, porque como es sabido, solo los
pueblos que conocen y respetan su historia pueden aspirar a un futuro mejor.
Para no explayarnos en este tema nos centraremos en una parte de la historia.
Era el mes de noviembre del
1879, ya el Perú había perdido el Huáscar en Angamos y solo le quedaba un débil
barco de guerra que era la corveta Unión. El gobierno de Mariano Ignacio Prado,
resolvió hacer una colecta nacional para comprar dos blindados que podían
significar la salvación de la república, esta se llevó a cabo el último domingo
de ese mes de noviembre y cuentan los que vivieron por esos tiempos, que todo
el Perú acudió a ese llamado, desde las esferas acaudaladas, hasta los más
pobres, las mujeres entregaron sus joyas y los niños sus alcancías. Por los
mismos días llegaba al Callao desde Santiago de Chile, Nicolás de Piérola, país
donde se encontraba exiliado y con el amparo de la burguesía chilena que tenía
el poder en esa nación. Apenas desembarco empezó a conspirar en la oscuridad
contra el gobierno, cosa que era costumbre en él, porque este fue el eterno
revoltoso, que hizo revoluciones y montoneras, que siempre fueron derrotadas,
por el gobierno de turno.
El 18 de diciembre del mismo
año, el presidente Prado a escondidas se embarca en el Callao en un vapor que
iba a Panamá, llevándose el producto de la colecta, que el pueblo peruano hizo
para comprar dos barcos blindados, cuando llego a Guayaquil renuncio a su cargo
y se fue a Paris de donde jamás volvió y fue un hombre acaudalado en la ciudad
luz. Esta indignante traición apenas si se cuenta en la historia oficial del
Perú. Mariano Ignacio Prado no volvió, pero años más tarde si volvió su hijo
Manuel Prado Ugarte che y aunque parezca increíble, el pueblo peruano lo eligió
dos veces presidente. Es cierto que la amnesia de los pueblos no puede tener
limite y su familia en el país, fue poderosa y acaudalada, ostentando lujos y
osadía y todo eso con el dinero del hombres y mujeres, de niños y ancianos que
se desprendieron de lo que tenían, porque pensaron que así se salvaría la
patria.
La huida de Prado, significó
el momento preciso que buscaba Piérola para hacerse del poder y así al frente
de una montonera entro en Lima, para derrocar al gobierno que estaba a cargo
del vice presidente, general La Puerta, hombre entrado en años y de poco
carácter, que no opuso mayor resistencia, además las tropas acantonadas en
Lima, a través de sus jefes anunciaron que no se batirían contra peruanos en un
momento tan difícil para el Perú, por lo que aceptaban el gobierno de Piérola,
para no causar más males a la nación.
Apenas Piérola tomo las
riendas del país, empezó un monstruoso plan contra su propio país, el Perú.
Este hombre conocido como vanidoso, engreído y ego centrista, comenzó a dar los
pasos para hundir a nuestro Perú, está claro que todo lo que hizo, fue
cumpliendo consignas de sus amigos chilenos, de quien él fue, siempre un
especial huésped.
Lo primero que hizo, fue
cortar todo apoyo y abastecimiento al ejército del sur acantonado en Tacna,
sitio donde se llevaría la segunda etapa de la guerra con Chile. Al Mando del
ejército del sur o de Tacna, como también se le llamaba, estaba el
Contralmirante Lizardo Montero, hombre que había combatido y derrotado a
Piérola años antes en una de las muchas revoluciones que este inicio. Por lo
tanto lo tenía como enemigo político y sentía celos de él, porque si tenía
éxito en la campaña del sur, podría ser bien visto por el pueblo peruano y
podría arrebatarle la presidencia. Pensando así, de esa forma tan mezquina,
condeno a estas fuerzas peruanas al más absoluto abandono, en momentos en que
se jugaba el destino del país.
El pueblo limeño al notar esta
actitud, por demás reprochable del dictador, salió a las calles en ruidosas
manifestaciones, pidiendo que se envíe socorro a los defensores del sur, que
sufrían por escases de alimentos, armas, municiones, ropa y los refuerzos
necesarios para enfrentar al fuerte y numeroso ejército chileno que empezaba a
desembarcar en Ilo, en ese tiempo llamado Pacocha. En Lima había en ese momento
dos divisiones de ocho mil soldados cada una que había formado el general
Lacotera, por orden del gobierno anterior y que permanecían inmóviles en sus
cuarteles. Piérola para acallar las protestas ordeno enviar un cargamento
secreto hacia Arica en la corbeta Unión, así fueron embarcadas con mucha
fanfarrea y teatro un cargamento, en el que se suponía iba la salvación del
ejército del sur. La misión era muy difícil, porque el puerto de Arica estaba
bloqueado por la escuadra chilena. Manuel Villavicencio, marino hábil e
inteligente, fue el encargado de llevar a la Unión a su destino, corrían los
últimos días del mes de febrero de 1880. La Unión se acercó al puerto de Arica
en la madrugada del 26 de ese mes y empleando buenos movimientos paso en la
oscuridad entre los buques chilenos y anclo en el mulle del puerto peruano e
inmediatamente inicio la labor de descarga, sin ocuparse de contestar al
cañoneo de la flota del país del sur. El Huáscar que ya estaba a servicio de la
escuadra chilena, intento espolonear a la Unión, pero un certero cañonazo de
una batería de tierra paro esa intención y además causo la muerte de su
comandante, de apellido Thompson.
A las cuatro de la tarde la
faena había terminado y sin perder tiempo y aun cuando el sol no se perdía en
el horizonte, la Unión con una hábil maniobra logra romper el cerco de la
poderosa escuadra chilena, en medio de las hurras peruanas del muelle, del
asombro de los marinos chilenos y el aplauso y admiración de los barcos
neutrales, que en señal de saludo lanzaron al aire sus sirenas. La Unión llego
al Callao, sana y salva.
Pasada la euforia, los
peruanos en Arica comenzaron a desempacar el cargamento que vino en cajas
cerradas y se dieron con la triste sorpresa de que solo les habían enviado
montones de tela blanca y dos ametralladoras malogradas e inservibles. Piérola
se había burlado de ellos y del pueblo peruano en la forma más cruel que se le
pudo ocurrir. Este hecho que había levantado la moral peruana en un principio,
significo un terrible golpe al ánimo de los defensores del Perú. Respecto a
esto, el historiador chileno Vicuña Makena dice “este hecho trajo desazón en
los espíritus entre la oficialidad y tropas peruanas”. Ahora sabían los
peruanos del ejército del sur, que estaban abandonados a su suerte y que no
recibieran nada de su propio gobierno. Piérola estaba cumpliendo su cometido,
facilitar la derrota del Perú.
En este escenario, se dio la
batalla de Tacna o del Alto de la Alianza, los chilenos avanzaron desde el
norte con 18 mil soldados y 1200 jinetes de caballería, con numerosa artillería
manejada magistralmente por los artilleros ingleses. Los peruanos que estaban
aliados con Bolivia opusieron 6500 peruanos y 3000 bolivianos, sin caballería y
con 12 piezas de artillería. El llamado ejército de Arequipa que había salido
de Arequipa hacia dos meses antes, al mando del Coronel Leiva, con 2000
soldados, para unirse al ejército de Tacna, jamás llego, avanzó tan lentamente
que el día 26 de mayo día de la batalla, se encontraba en Mirave a 130
kilómetros de Tacna, de donde regreso a Arequipa, naturalmente este mal coronel
no llego a su destino por órdenes de Piérola que era su amigo y coterráneo,
ambos eran de Arequipa.
A pesar de la tremenda
diferencia de fuerzas el encuentro fue horriblemente parejo, sobresaliendo el
batallón Zepita al mando de Cáceres, y por el lado boliviano, los Colorados
hicieron honor a su fama de aguerridos. Ante el tremendo empuje de valor y
coraje aliado, el chileno empezó a retroceder y parecía que la victoria sería
aliada, los batallones chilenos retrocedían y estaban a punto de entrar en
pánico, a pesar de que los oficiales de ese ejército sableaban a los que daban
la espalda. Sobre este momento, Vicuña Makena escribe: “Los batallones chilenos
retrocedían y parecía que iban a entrar
En pánico, en ese momento la
suerte de Chile pendía de un hilo”. Y lo que decía este historiador era cierto,
porque Chile había invertido todo lo que tenía en esta batalla y si la perdía,
simplemente perdía la guerra, porque les hubiera sido imposible volver a
Formar otro ejército. Pero fue
en esas circunstancias que se detuvo el avance peruano,
Lo que había sucedido era, que
se habían agotado las municiones, entonces lo chilenos volvieron a la carga y a
nuestros compatriotas no les quedo más que batirse a bayoneta. Se perdió la
batalla de Tacna y con ello la oportunidad de salvar a la nación, todo por la
traición de un cucufato que se creía dios, que servía al enemigo, Chile. La
derrota del ejercito de Tacna, agobió al pueblo peruano, muchas lágrimas
corrieron, cuando se difundió la noticia, sin embargo en palacio de gobierno en
Lima, hubo fiesta. El 28 de mayo de ese mismo año, dos días después de la
batalla, se publicó en el diario oficial del gobierno de Piérola, llamado La
Patria, un editorial que empezaba con las siguientes palabras: “Hace dos días
atrás fue destruido en Tacna, el último reducto del corrupto régimen anterior”,
se refería a los mártires del Alto de la Alianza, que todo el Perú lloraba. A
ese punto llego la insania mental de este dictador al servicio de Chile, en el
peor momento de la historia del Perú.
Pasaron los meses y el
ejército invasor comenzó a desembarcar en las cercanías de Lima, todos los
militares conocedores de su oficio le recomendaban salir al encuentro de esas
tropas chilenas que estaban desembarcando para batirlas por separado impidiendo
que puedan concentrarse, el diario El Comercio, en sus artículos y editoriales
también exigía eso, sin embargo Piérola reacio a todo consejo, permaneció
inmóvil permitiendo que los chilenos tranquilamente desembarcaran y se
trasladaran a Lurín. En el fondo no quería delegar a nadie el mando del
ejército, tampoco quería dejar palacio de gobierno, por
Eso decidió esperar al
ejército de Chile, en las puertas de Lima. Así llego el 13 de enero de 1881, en
San Juan se dio el primer encuentro del compacto ejército chileno apoyado por
su escuadra, contra un ejército peruano totalmente mal dirigido por un ego
centrista pechoño, como era Piérola. Naturalmente el resultado no pudo ser
bueno para los peruanos, que tuvieron que retroceder hacia la segunda línea
colocada en Miraflores.
Terminada la batalla de San
Juan, la soldadesca chilena se desbando y comenzaron a saquear las residencias
de Chorrillos y cercanías, donde había muchas bodegas de vinos y otros licores,
productos que los soldados mapochinos comenzaron a beber en forma desenfrenada,
mientras le prendían fuego al pueblo.
Preocupado el General
Baquedano, comandante en jefe del ejército chileno, le pidió una tregua a
Piérola, cosa que este acepto inmediatamente, naturalmente que tenía que ser
así, Piérola, no podía permitir una debacle del ejército chileno. En la noche
mientras el fuego consumía las casas y residencias y los chilenos se mataban
entre si y otros dormían en las calles o deambulaban totalmente embriagados por
el alcohol, se presentó ante el dictador peruano, el Coronel Cáceres, para
pedirle permiso y atacar con su batallón de dos mil hombres a los chilenos en
la absoluta convicción que con esa acción terminaría
Con el ejército chileno que se
hallaba desbandado y borracho y con ello se ganaría la guerra. Naturalmente
Piérola le negó el permiso, aduciendo que le había dado su palabra al
comandante chileno de que no atacaría, una prueba más de que este hombre,
servía a Chile. Naturalmente, cuando ya a los chilenos se les pasó la
borrachera y se reagruparon, se olvidaron de la tregua y empezaron el ataque
contra la segunda línea defensiva que estaba en Miraflores esto ocurrió a medio
día del día 15 de enero. Las mal distribuidas fuerzas peruanas poco pudieron
hacer y a Piérola, el comandante en jefe, no se le vio dar ni una sola orden y
cuando ya todo estaba consumado, se retiró del escenario hacia Lima y para no
dejar inconclusa si obra contra la Patria, ordeno a todos los soldados
depositar sus armas en el cuartel Santa Catalina, por esta acción, lo chilenos
cuando ocuparon Lima, encontraron 15 mil fusiles en el mencionado cuartel.
Piérola después de haber dado esta última orden huyo a la sierra, pero después
de algunos años volvió a la escena política y como es normal el mal de amnesia
de nuestro pueblo, fue hecho presidente nuevamente.
Esta es la historia del
accionar de Piérola en la etapa de la guerra con Chile, sus actos de flagrante
traición a la Patria, deberían haberlo sepultado bajo un montón de tierra, sin
embargo, su nombre figura en plazas, calles, clubes, billetes de moneda y otros
sitios que debieran estar reservados para hombres que honraron a la nación.
https://peruahora.wordpress.com/2010/08/23/el-rol-de-nicolas-de-pierola-en-la-guerra-con-chile/
No hay comentarios:
Publicar un comentario