La
nueva clase media nació en Ayacucho
De Hernando de Soto:
De
cómo la lucha del campesinado contra Sendero Luminoso se vincula al surgimiento
de los sectores capitalistas emergentes
Un
terrorista, un campesino, un microbusero, un hayista y un samurái que la
olieron y no la vieron; izquierdistas tránsfugas, militares y policías, todos
olvidados por la memoria oficial, balanceándose sobre una torre derrumbada,
gestaron –sin proponérselo– una economía política y las nuevas clases medias
del Perú. Inspirado en las abducciones de Raúl Romero, la creatividad de
Rolando Arellano y la rigurosidad de Alfredo Torres.
Entre
1990 y 2012, la nueva clase media peruana creció cuatro veces más rápido que la
del resto de América Latina. ¿Por qué? Porque es un movimiento emancipador que
hace medio siglo está en metamorfosis: De clases bajas a migrantes, y después a
informales, sector del cual han emergido la nueva clase media y la minería
informal.
La
nueva clase media intuye que hay inversión gracias a que le ganó dos guerras
seguidas a Sendero. Y si el actual modelo político-económico subsiste es porque
respeta las actividades económicas de los emergentes y facilita su ascenso
hacia la clase media. Y esta última tiene más autoestima que sus pares del
continente porque sabe que su emancipación no le fue regalada, sino que se la
ganó a pulso. Recordemos cómo se gestó:
1
Adiós igualdad hacia abajo. Las clases bajas abandonan tradiciones de trabajo
entre conocidos y de considerar como virtudes la igualdad hacia abajo y la
pobreza compartida. Migran hacia mercados en expansión para cooperar con
peruanos desconocidos, en la patria grande, donde escalar clases no es mal
visto.
2
Antes que Chile y la Confiep. En los 60 los migrantes llegan y desarrollan una
economía libre pero informal, 10 años antes que en Chile y sin dictador. Se
rebelan contra la “permisología” y exigen moneda estable 20 años antes que
Hayek y Friedman visiten Lima, 25 antes que nazca la Confiep y 30 antes de la
reinserción del Perú en el sistema financiero global.
3
Mártires de la clase media naciente. En 1981 (A), los campesinos se rebelan
contra Sendero Luminoso (SL), que quiere colectivizar sus parcelas y prohibir
los mercados. SL no reparó en que gran parte de las parcelas ya eran privadas
por consenso entre los campesinos y que estos querían ser clase media. SL los castigó
y entre 1981 y 1983 asesinó a unos 4.600.
4
Primera insurgencia antiexpropiación. En defensa de los valores de la clase
media incipiente, en 1984 (C) unos 20 mil campesinos ayacuchanos se organizan
ilegalmente en comités de defensa antisubversiva (Decas); pasan a la ofensiva y
en 1986 (D) recuperan buena parte de sus valles, obligando a SL a refugiarse en
las alturas.
5
Segundo martirologio. En 1986 SL retorna a los valles, mejor organizado y con
gran financiamiento. Sigue asesinando campesinos, en 1990 recupera lo perdido y
se expande al 60% del territorio nacional (E).
6
Lima no la ve. Solo 15% de los limeños creía que SL ganaría la guerra. A la
mayoría le preocupaban más la desintegración económica y la pérdida de
autoridad. Para SL, Lima era de interés “complementario”, por eso no desplegó
más del 2% de su violencia sobre ella.
7
EE.UU: “Sendero puede ganar”. EE.UU.
evalúa que el gobierno está por ser vencido (F). La Corporación Rand informa
que el Perú está “al borde del colapso” y que “SL puede ganar”. En el
Departamento de Estado se vaticina una posible matanza igual a la de Pol Pot en
Camboya (casi 3 millones de muertos).
8
Campesinos sí la ven. En 1988 los campesinos ya tenían claro que la raíz de sus
problemas era la ilegalidad de sus organizaciones. Ser ilegal en tiempos de
guerra suponía graves problemas. No tenían una protección legal. No podían
portar armas, combatían solo con lanzas, hondas, cuchillos, y algunos con
escopetas artesanales. No era posible
para el Estado contar con información para distinguirlos de los terroristas.
Crecía así el resentimiento contra el Estado.
9
La trampa categórica. Los campesinos tenían razón pero el Estado no podía
apoyarlos abiertamente. ¿Cómo podía el Estado aliarse con ilegales? Kant
hubiese definido esto como una “trampa categórica”. Ella consistió en que se
colocaba en un fichero dos categorías distintas: los ilegales buenos (que
recurrían a medios ilegales para desarrollar actividades legítimas) y los
ilegales malos (narcos, criminales y terroristas). Para usted, amigo lector, es
evidente que Sendero –no los campesinos– le declaró la guerra al Perú; que unos
eran los agresores y los otros los agredidos; que unos deseaban integrarse al
sistema legal y otros deseaban destruirlo; que unos eran campesinos “no leídos”
–como ellos mismos se llaman– mientras que SL estaba conformado por profesores.
Pero no importa que usted entienda la diferencia. En los 80 todos eran
estigmatizados por igual.
10
Ajedrez para romper la trampa. Romper la trampa categórica significaba sacar a
los ilegales buenos del fichero criminal y aceptar que no todos podían llegar a
ser legales a la misma velocidad. Se necesitaba que las nuevas reglas de juego
incluyeran a los distintos comportamientos que hasta entonces se habían
castigado.
El
derecho de los 80 era como el juego de damas, que impone el mismo movimiento a
todas las piezas en el tablero. Un juego excluyente. A diferencia de Sendero
–que pedía patear el tablero–, los campesinos querían jugar pero algo como
ajedrez, un juego que permite el movimiento disímil de piezas distintas.
¿Sería
capaz la sociedad leída de entender que a veces, cuando el derecho pierde
vigencia, los “no leídos” tienen razón? ¿Se daría cuenta de que para aislar a
SL había que arrebatarle su potencial base social?
11
Uchuraccay y el alto costo de jugar damas. En 1983 (B), cuando el presidente
Belaunde creó la comisión investigadora del Caso Uchuraccay para aclarar el
asesinato de ocho periodistas en ese pueblo, los campesinos del Trapecio Andino
batallaban contra SL, reclamando que el Perú formal les enviara al menos una
señal de aliento. El Informe Uchuraccay se quedó corto. En su página 17 dice:
“¿Es posible hacer aquellos distingos jurídicos, clara y precisamente
establecidos por nuestra Constitución y nuestras leyes, ante hombres que viven
en las condiciones de primitivismo, aislamiento y abandono de Uchuraccay? ¿Es
posible, a hombres que viven en el estado anímico de esos comuneros en los días
que preceden a la matanza, ilustrarlos con exactitud y discernimiento sobre las
sutilezas de un sistema jurídico que, en la práctica, está a menudo contradicho
por las prácticas cotidianas y tradicionales de la vida comunal?”.
Esta
reflexión define al derecho peruano como claro, preciso, sutil y totalmente
reñido con el “primitivismo” de los campesinos. Estupendamente bien escrita,
conmocionó al Perú y dio la vuelta al mundo, pero cerró aun más la trampa
categórica.
12
Uchuraccay y las ventajas de jugar ajedrez. Lo que sí sabemos, porque los hemos
seguido, es que luego de tres décadas los habitantes de Uchuraccay han probado
que de primitivos no tienen nada. Varios han ascendido a la clase media y hoy
son empresarios del comercio y del transporte en Huanta, de metalmecánica en
Tambo, mayoristas de granos en Huaychao, dueños de radios en Lima, funcionarios
públicos en Ayacucho, profesores en ciencias sociales aquí y allá. Esta
gestación de la clase media también se dio en el resto del país: los llamados
primitivos integran los sectores sociales que más han crecido en los últimos
años. De hecho, mientras que la tasa de crecimiento del PBI per cápita entre
1990 y 2002 es el doble que la del resto de Latinoamérica, la tasa de
crecimiento de la clase media cuadruplicó la de la región en el mismo período.
La
creación de la nueva clase media significa que en algún momento después de
Uchuraccay los “primitivos” empezaron a romper la trampa categórica, que el
Estado dejó de lado las damas, que el Perú decidió jugar ajedrez y dispuso las
piezas para poner en jaque al terror.
13
Guzmán reconoce el jaque. Abimael fue el
primero en percatarse de que estaba siendo derrotado por organizaciones
campesinas recategorizadas. A mediados de los 90, admitió que “el problema se
expresa en una inflexión… han ocupado algunos puntos y nos han desalojado”. Cada vez que entraba
en algún lugar, era confrontado y rechazado por una clase media emergente que
él llamó “fuerzas armadas reaccionarias por mandato”. En efecto, desde fines
del 91 las Decas se habían sextuplicado, convirtiéndose en una fuerza de
120.000 hombres que, junto a los 30.000
efectivos de las FF.AA., combatió y derrotó a SL como fuerza militar y
opción política.
Para
él, el acceso rápido de los campesinos a la propiedad formal, a la empresa y al
comercio exterior era “parte del control de la población y recursos de la
guerra de baja intensidad que pretende movilizar a las masas para sus planes de
pacificación… O sea los hombres y armas los pone la masa, ellos no ponen nada”.
Seguramente refiriéndose al punto G del gráfico.
Según
Guzmán, todo obedeció a un plan cuyo eje fue el Convenio Antidrogas con EE.UU.
y que, a través de tratados internacionales y reformas internas, “… apunta
contra la guerra popular y busca aniquilarla […] Ha sido concebido e
implementado por Hernando de Soto agente directo del imperialismo yanqui”
[“Sobre las 2 colinas: Documento de Estudio (de SL) para el balance de la III
Campaña”, 1991].
La
“aniquilación” que lamenta fue un programa inclusivo que se desarrolló entre
1988 y 1992, basado casi todo en lo que propusieron en consultas populares
individuos y organizaciones campesinas y urbanas. Consistió en cambiar las reglas del tablero
para que las sociedades informal y formal confluyeran en un mismo juego.
14
Primera movida: peones se vuelven alfiles. El primer resultado de la
formalización fue la reducción en 76% del número estimado de víctimas
atribuibles a las Decas: de 579 entre 1989 y 1991 a 142 entre 1992 y 1994.
Para
incluir a los campesinos dentro del derecho, hubo que sacar el tema del
contexto policial y replantearlo como un tópico de desarrollo y de DD.HH. Y
para determinar si eran interlocutores políticos válidos, se invitó a
inspectores de la ONU y de otros países a visitar las zonas de conflicto y a
conocer in situ a las organizaciones campesinas. Al ser reconocidos como
interlocutores, fueron recategorizados y así se pudo elevar el tema a nivel de
jefes de Estado y compatibilizar el estatus de nuestros campesinos con nuestros
tratados.
El
proceso se desarrolló por etapas hasta que se cristalizó un consenso general,
respetado dentro y fuera del país [ver cronología].
Como
resultado de este proceso, el Estado tuvo información precisa de cuántos
comités había, cuántos hombres y armas tenían, y también pudo instruirlos sobre
lo que debían hacer. Este control redujo las cifras de muertes.
15
Segunda movida: Lima, el pez sin agua. Entre 1988 y 1992 se tomaron
medidas para que las mayorías accedieran
a la legalidad y a los servicios del Estado; y se crearon además mecanismos de participación en las decisiones
de gobierno con el fin de escuchar a la población y evitar así la creación de
barreras inadvertidas. Esta fue una de las razones de ser de la Defensoría del
Pueblo.
Dichas
medidas derivaron después en unas mil normas y decisiones administrativas cuyas
grandes líneas fueron consultadas con los principales líderes políticos de
entonces que deseaban conversar: Bedoya, Belaunde, Barrantes.
Una
sola norma, la simplificación administrativa, que aprobó García para estimular
denuncias contra las trabas burocráticas, posibilitó 26 reformas. Una de estas,
el registro unificado que implementó el siguiente gobierno, incorporó al
mercado legal, entre 1991 y 1994, a 388 mil negocios informales, que crearon
558 mil puestos de trabajo y permitieron al fisco cobrar US$7.800 millones de
impuestos. El tiempo para abrir y registrar una empresa en la ciudad bajó de
278 días a uno solo, y el costo se redujo en 85%. Fue tan exitoso que el Banco
Mundial lo ha convertido en su proyecto bandera, bautizándolo Doing Business.
Cuando
Abimael Guzmán se trasladó a Lima (H) –vencido en el camp o y dos años antes de
ser capturado por brillantes policías (I)–, encontró que sus potenciales
reclutas urbanos estaban siendo recategorizados, y que sus movimientos Clasista
Barrial, de Obreros y Trabajadores Clasistas, y otros que creó para atizar el
descontento, no podían subvertir el sistema. Al contrario: La Federación de
Choferes, liderada por Hernán Chang, reconoció su vocación empresarial, anunció
que iba por el otro sendero, y se acabaron los paros de transportistas. Los
ambulantes aceleraron la construcción de mercados y aquellos que la PREALC-OIT
categorizó como “desocupados, improductivos y sin futuro” también emprendieron
el camino hacia la clase media.
El
Perú empezó a reconocer a sus informales como potencial clase media tras
enterarse de que representaban más del 60% de las horas-hombre trabajadas, que
operaban el 85% de la flota de transporte limeña, que todas sus viviendas eran
privadas y tenían un valor de reposición en 1980 de US$24.700 millones, que a
dólares del 2013 son US$69.800 millones (12 veces Camisea). Entendieron que la
fuente de sus problemas era un derecho reparable, sobre todo cuando supieron que,
según ley, Palacio de Gobierno no pertenecía al Estado sino a la comunidad de
Jicamarca. El impulso por la recategorización del país fue tan poderoso que,
inicialmente, la Confiep aceptó la propuesta de formar una unión
formal-informal. Y Guzmán, en primera plana de su vocero “El Diario”, se quejó
de que la recategorización del ILD estaba “alejando a los jóvenes de la guerra
popular”.
16
El efecto Gestalt y los políticos. Los cambios se dieron durante los primeros
gobiernos de García y Fujimori, ambos provenientes de canteras socialistas o
progresistas. ¿Qué pasó? ¿Descubrieron de pronto a Adam Smith, se entusiasmaron
con Bastiat? No fue así. Lo que ocurrió fue más simple: los informales fueron
clasificados en categorías que permitieron a los políticos identificar a sus
potenciales electores y sus expectativas.
El
resto del país tampoco se convirtió de pronto en liberal, sino que la guerra contra SL le hizo ver que el statu
quo era insostenible y el comunismo aterrador. Hacía tiempo que cada uno de nosotros intuía
que éramos empresarios en pequeño o en grande, en casas comerciales o en
carretillas, con papel sellado o sin sellar.
Pero cuando tomamos conciencia de que todos nuestros vecinos compartían
esas mismas categorías, el deseo de cambio se volvió contagioso e irresistible
y las reformas salieron rápido. En los
años 80, la prensa, la televisión y la radio hablaban mucho de informalidad.
“Caretas” sacaba un encarte cada dos semanas, El Comercio publicaba especiales
continuamente, “Ojo” hacía historietas, Alan García dedicaba al tema 3 horas
cada dos sábados, y Fujimori lo abordaba con frecuencia en su programa de Canal
7.
La
economía abierta y la nueva clase media son frutos de esta victoria política.
Sus autores son quienes dieron su vida por defenderlas, pero también los
políticos que rompieron la inercia del statu quo y permitieron que se aplicaran
las recetas económicas por las que lucharon peruanos ilustres como Pedro
Beltrán y Rómulo Ferrero y que fueron resistidas por los presidentes del Perú
por considerarlas “políticamente inviables”. Y tenían razón: ¿Por qué las
mayorías, que según la OIT estaban desocupadas, iban a soportar el ‘shock’ si
este beneficiaría solo a una élite empresarial?
Todo
cambió cuando los políticos se percataron de que las mayorías se identificaban
con el cambio. Esto hizo viable la receta del ‘shock’. El 1 de julio de 1990,
“Caretas” informó desde Nueva York el primer acuerdo entre el FMI y el
presidente electo destacando que la parte peruana planteó “que la economía de
mercado no funciona para los más pobres” y
que la propuesta peruana fue hecha en nombre del “sector informal y la
población marginada”.
Por
eso durante los primeros años de reformas, por cada medida de ajuste que daba
el MEF, Palacio de Gobierno daba tres medidas a favor de los excluidos. García y Fujimori las aprobaron por su gran
eficacia e instinto político, ese es el papel de los jefes de Estado y hay que
reconocérselo, pero no se sorprenda que no hayan entendido a cabalidad la
profundidad de las reformas. Eso no es su fuerte. De allí que Fujimori permitió
el tráfico de privilegios de Montesinos, contrario a una economía inclusiva; y
García no continuó las reformas por un viraje ideológico incompleto.
17
Minería informal. El proceso de construcción de la nueva clase media se ha
desacelerado, como lo demuestran las recientes protestas masivas de los mineros
informales. Hablamos de unos 500.000
peruanos cuyos derechos están tan mal definidos que 350.000 de ellos tienen que
portar armas para sustituir la autoridad que debería ejercer la ley. Hace unos 15 años que las potenciales clases
medias vinculadas a la explotación de recursos naturales reclaman las
herramientas legales para triunfar en la economía formal, y el Estado, en vez
de dárselas, los sienta en mesas de negociación como si fueran extranjeros en
su país o desarrolla procesos en los que se describe sin proponer salidas como
en Uchuraccay. Y en lugar de ofrecerles jugar en un mismo tablero donde todos
están categorizados de una manera que les permite acceder al crédito, al
capital, a la asociatividad, los discriminamos al fragmentarlos en categorías,
todas inútiles, anárquicas y anacrónicas, que los enfrenta entre ellos y con el
Estado: legales, ilegales, artesanales, pequeños, medianos, totalmente y
parcialmente informales, con y sin registros y permisos, invasores de
concesiones, concesionados informalmente, con y sin requisitos de explotación,
que comercializan pagando o sin pagar impuestos, con contratos legales o
informales, etc. A esto se suma la proliferación de propuestas legales y
políticas que colisionan con el marco legal vigente: expropiación y
redistribución de las concesiones y extensión de la propiedad privada para que
incluya los recursos naturales del subsuelo.
Todo
este proceso empezó cuando las clases bajas dejaron de trabajar solo entre
conocidos para cooperar con peruanos desconocidos en la patria grande. Tuvo un
enorme impulso con el primer movimiento libertario peruano y campesino que
derrotó a Sendero y gestó la nueva clase media.
Este
artículo no pretende reescribir la historia porque esta se enriquece cada día
desde todos los puntos de vista, nunca termina. Solo deseo llamar a la
reflexión para que no repitamos los errores del pasado: Si solo les ofrecemos
un juego de damas en vez de un tablero de ajedrez a los que ahora quieren
ascender a la nueva clase media, abriremos fisuras por las que podría irrumpir
el pasado.
http://elcomercio.pe/peru/ayacucho/nueva-clase-media-peruana-nacio-ayacucho-noticia-1719303?ref=nota_opinion&ft=contenido
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